Ayer tomé conciencia, en una charla de abuelos con cuanta frecuencia sale el lamento de la falta de valores de los nietos, es decir de “los chicos de hoy”. “Los chicos de hoy” en forma peyorativa, es la mejor manera de ampliar la brecha generacional. Y de deslindar nuestra responsabilidad como generación. O la de nuestros hijos.
Sinceramente no creo que “antes” todo era mejor. Esa postura solo refuerza nuestra nostalgia por valores indudables, pero más que nada por ese universo en el que fuimos jóvenes, fuertes, protagonistas. Es innegable que hay valores perdidos, que se prioriza la información sobre la educación, que una voraz obsolescencia es la constante en todas las áreas incluyendo el amor, que las comunicaciones las mas de las veces llevan a espejismos.
Los "chicos de hoy" están menos contenidos y conectados con el entorno familiar, más expuestos a las agresiones sociales, al manoseo mediático, mas urgidos, mas cercados de modelos omnipresentes. Los chicos de hoy viven el mundo que nosotros les hemos dejado, y por ello no abrazan ideologías inconsecuentes, para abrirse a búsquedas que aún no cuajan pero que abrirán nuevas brechas. Los chicos de hoy navegan diestramente en un mar lleno de tiburones invisibles, por complejas rutas a las que algunos nos asomamos tímidamente. Los chicos de hoy son mas sinceros, mas osados, mas informados, y te respetan solo si te ganaste su respeto con autenticidad. A los abuelitos nos toca abrir los ojitos con mirada transparente colocándonos en un lugar estratégico más allá de nuestro ego.
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