Cuando rememoro a la única abuelita que conocí, intento recordar qué hacia durante todo el día. Ciertamente mermeladas, tejido o crochet, leer. Y viajar!.

Mi madre en cambio detestaba viajar, cocinaba por obligación, y fue una abuela más astuta: cedió a su marido la tarea de entretener nietos, y cocinar para ellos, dedicándose a sus pacientes de fisioterapia y en su vejez a recrear su historia personal en sus memorias. Ella fue una ávida lectora, hablaba 5 idiomas, y se casó por tercera vez a los 59 años.

Estamos en el sigo XXI. Las abuelas de hoy somos más jóvenes, más dinámicas, más cuestionadoras y más demandantes. Reconozcámoslo: para nuestros nietos estamos mucho menos disponibles. Pero que ellos admitan que estamos más vigentes. Y eso no es gratuito: nos cuesta esfuerzo, destellos de lucidez y adaptación al ritmo de la nueva era.

El tema merece algunas reflexiones de abuela en ejercicio.

sábado, 4 de mayo de 2013

la vejez y la vejentud

"La vejez es una enfermedad”, escribió un amigo. Con un escalofrío recordé conversaciones similares con mis coetáneos.Que mal envejecemos en nuestra cultura...

Inevitables y reales los efectos de la vejez: la piel apergaminada, los músculos flácidos,  el cabello incoloro, los sentidos reducidos, los temblores y disfunciones corporales… Las restricciones por desgaste. Asustan y el duelo por la belleza y potencia física es ineludible y a veces punzante.

Pero lo más aterrador de la vejez, es la vejez internalizada, esa que se instala en la mente y el corazón, que corroe el alma, el enemigo interno apocalíptico, derrotista, devaluador, que susurra permanentemente catastróficos oráculos, y asume el prototipo de “viejo” de la sociedad “joven” con culpa, embarazo y humillación. Ubicandonos ahi miramos hacia atrás con tenaz nostalgia en lugar de gratitud por lo bien vivido, desdeñamos nuestro cuerpo sin valorar el habernos traído hasta acá.  Revivimos las tardías culpas en lugar de actualizar el perdón, los fallidos intentos de éxito en lugar de la emoción del viaje realizado, los agravios y desencuentros familiares en lugar de la apertura del corazón, el encierro laboral en lugar de la libertad, lo sembrado sin cosecha y no lo que aún queda por sembrar, los sueños obsoletos en vez de abrir la mano y soltar. Vivimos en el pasado, mientras el exiguo presente se evapora.

Por ahora, mi estrategia anti vejez, incluye no "asumirla".

miércoles, 14 de noviembre de 2012

el amor en tiempos de abuelez


Maravilloso es el ser humano, en su capacidad de renovación. Cuantas veces renace de sus despojos, recrea la esperanza, desenreda sus marañas, pulsa cuerdas herrumbradas que producen nuevas sonoridades. La guadaña cuya sombra  nos ha estremecido, cambia de perspectiva a la luz nueva, y el tiempo se expande en el día a día reverdecido. Los caminos a descubrir incitan al viaje. Los pensamientos como mariposas revolotean libres.  "No hay edad para el amor" deja de ser un slogan condescendiente. Instalada en el amor en su mas vasto sentido, tienta recrear el amorcito más perfecto a todos los ya experimentados, o mas esencial, o mas leve, o mas luminoso. Quizás la "madurez" es la capacidad de perfeccionamiento luego de ensayos más o menos fallidos. 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Los chicos de hoy


Ayer tomé conciencia, en una charla de abuelos con cuanta frecuencia sale el lamento de la falta de valores de los nietos, es decir de “los chicos de hoy”. “Los chicos de hoy” en forma peyorativa, es la mejor manera de ampliar la brecha generacional. Y de deslindar nuestra responsabilidad como generación. O la de nuestros hijos.


Sinceramente no creo que “antes” todo era mejor. Esa postura solo refuerza nuestra nostalgia por valores indudables, pero más que nada por ese universo en el que fuimos jóvenes, fuertes, protagonistas.  Es innegable que hay valores perdidos, que se prioriza la información sobre la educación, que una voraz obsolescencia es la constante en todas las áreas incluyendo el amor, que las comunicaciones las mas de las veces llevan a espejismos. 

Los "chicos de hoy" están menos contenidos y conectados con el entorno familiar, más expuestos a las agresiones sociales, al manoseo mediático, mas urgidos, mas cercados de modelos omnipresentes. Los chicos de hoy viven el mundo que nosotros les hemos dejado, y por ello no abrazan ideologías inconsecuentes, para abrirse a búsquedas que aún no cuajan pero que abrirán nuevas brechas. Los chicos de hoy navegan diestramente en un mar lleno de tiburones invisibles, por complejas rutas a las que algunos nos asomamos tímidamente. Los chicos de hoy son mas sinceros, mas osados, mas informados, y te respetan solo si te ganaste su respeto con autenticidad. A los abuelitos nos toca abrir los ojitos con mirada transparente colocándonos en un lugar estratégico más allá de nuestro ego.

martes, 3 de julio de 2012

Machacamarca 1

Menos 8 grados, Machacamarca, Oruro. Un vagón de tren reacondicionado para "Carga Sellada" Y 50 personas al servicio de un sueño cinematográfico que se ha forjado durante una década, bajo la batuta de la abuela cineasta... Se genera una hermandad a ratos tensa pero encaminada.

De momentos me sorprendo a mi misma, percibiéndome en mi silla frente al monitor, con mi gorro de lana que me protege del frio, pero que cae cada vez que me pongo el auricular, delineando con paciencia las imagenes y sonidos. El paisaje ocre me invita cada mañana, a confirmar la paleta de colores, surgen aportes que dan vida a los personajes, y los lugares se tornan habitados.

miércoles, 11 de abril de 2012

abuela cineasta

sábado, 25 de febrero de 2012

nudos y cerraduras


Necesarios y buenos son los cierres , en los umbrales simbólicos de edad. Anudar los lazos sueltos, que se desflecan hace años, ordenar lo pendiente antes de clausurar las puertas, introducir con coraje la llave de hierro que nos hara ingresar al tenebroso recinto de los remordimientos y encarar la fragilidad emocional que nos ha llevado a actos vergonzosos, intimar con coraje con nuestro ego arriesgando el vacío antes de encontrar el nicho, clausurar bien los amores fallidos, y entrecerrar dulcemente los luminoso ventanales de los buenos amores expresando con palabras límpidas  el reconocimiento de lo que significó para nosotros, en un ultimo acto amoroso de conclusión. Desplacémonos del lugar habitual : la sanación es para nuestra alma, efectivamente, pero también es un bálsamo para los que compartieron sin premeditación tramos y afectos con nosotros.